domingo, 1 de junio de 2008

Día XIII, o el día favorito de un supersticioso

Son los últimos días grises de una primavera invernal, y trato de contentarme con poco, tal y como está el patio. No es particular, y cuando llueve se moja, como los demás.
Leyendo, estructurando, viendo Galáctica, leyendo más, a expensas de un mañana soleado, que quién sabe cuándo llegará.
______________________________________

Creo que no abandonaba a una persona tácitamente desde hacía 15 siglos, y, de igual modo, sin premeditación ni alevosía, respondiendo a un instinto, a otro tonto y estúpido impulso, tras crearse un silencio ominoso entre los rumores multitudinarios de Bon Succès. El vacío ha provocado un estruendo que ha acabado de terminado de unir todas las grietas de nuestra pared y, como en los tópicos, me he sentido a kilómetros de distancia de ella, sentado apenas a medio metro de sus rodillas y huyendo de sus grietas; sus rodillas se han levantado como un muro ahora infranqueable, se han tensado y han dado pie a una triste sinfonía entonada desde mi garganta, anudada, con mis cuerdas vocales desafinadas. Sólo tengo la sensación de haber abandonado a alguien cuando alguien tal me ha importado.

No sé cuándo volverán los gerundios a mi vida. De momento, últimamente, sólo atisbo participios, salvo una pequeña y enorme excepción que prácticamente siempre me devuelve la sonrisa.

No hay comentarios: