viernes, 6 de junio de 2008

Día XIX, o el día de Pilingui

La culpa de todo la tienen esos cafés de máquina adulterados, pienso, al escuchar la sarta de gilipolleces que he escuchado hoy. Entonces me digo: recluirse en casa no es malo. Luego, a los 5 minutos se me olvida. ¿Que se me olvida el qué? No lo sé, no lo recuerdo, voy a darme un garbeo y luego continúo.

Céntrate cenizo, y recuerda ponerle hoy la etiqueta a la entrada de hoy, que queda muy bien y como si supieras de qué sirve.

3 veces he escrito la palabra hoy en 2 párrafos, valga la rebuznancia.

Me fascinan ciertas aptitudes de las personas, capacidades, o llámalo como te salga de la punta del nabo. Bien no lo sé. No lo sé. Sinceramente no tengo ni idea de por qué no me llama Pilingui, tras todo este tiempo. Explicar quién es Pilingui a estas alturas es complicado, quizás sea un personaje al que capitular cuidadosamente. O no.
Pilingui es una zorra.
Es un buen comienzo. Pilingui era y es -y no me aventuraré más, por ventura- una compañera de trabajo que se sienta, como diría Jesús Vázquez en sus tiempos arni-anos, a dos centímetros escasos de mi boca, lo cual, traducido a términos reales, vienen siendo unos dos metros.
Pilingui camina de tal modo que se traslada de lado a lado avanzando, a base de golpes de cadera, y traslada mi imaginación a un lugar muy próximo a su centro de gravedad. El que sea, me da igual, cualquier parcela de ese cuerpo me ha puesto ya en problemas. Ella me retrotrae a mis míseros tiempos más virginales cada vez que gira su silla, enfrentándose a mí y se abre de piernas. Con pantalones, pero da igual, se abre, y eso mientras me mira con cara de jó-de-te que aquí hay danger, danger.
Pilingui me mira a veces con la cabeza gacha y los ojitos asaltando la frontera de sus pestañas, para que la acompañe al archivo, que esta oscuro y le da miedo. Trato de tranquilizarla con obviedad señalándole que sta oscuro si no enciendes la luz. Me contesta con picardía que está oscuro si así lo prefiero.
Pilingui es una zorra.
Pilingui es una zorra.
Pilingui es una zorra.
He tratado a decirlo tres veces delante del espejo para intentar que se me apareciese.
Voy a llamarla ipso facto, no sea que le haya pasado algo.

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