jueves, 26 de junio de 2008

Día XXXVIII, uno más

Por una parte he conseguido izar las velas. Cada noche, al llegar las 00:00, me echo a dormir. Respiro, me relajo, y en alguna ocasión no tardo ni diez minutos en dormir. No me despierto 22 veces, ni una tampoco, que yo recuerde.

Por otra parte he terminado con la mudanza, que algo se ha parecido a una guerra, y el final, al de una ruptura malhumorada. Firmé el armisticio sin tener documento alguno. Ella también lo merecía, quizá. O yo necesitaba zanjarlo utilizando la palabra escrita, pues ella apenas coge el teléfono para reprender. Jamás la he visto hacerlo. En cambio sí he observado sus giros de pescuezo para evitar saludos.

Mañana es la fecha límite para certificar mi futuro. Y lo tengo decidido. Abandono el barco y me subo a otro. En este caso, una mujer me entrevistaba, con un aspecto de zorra simplemente adorable. Me he concentrado, como si de un match point, sin saber a favor de quién, se tratara. No he apartado la vista de su mirada en la hora que ha durado la entrevista, más cercana a la negociación que al concepto en sí. Hemos comenzado a hablar de los beneficios sociales, y se me ha empezado a endurecer, el rostro. Mis peticiones no han sido muy escuchadas, pero yo hablaba por hablar. Al final, ella ha afirmado:

—Traías el guión memorizado para este encuentro.
—Sí, pero en vistas de la entrevista me he visto obligado a improvisar.

Así pues, esta ausencia no ha sido tal, sólo un fin de semana en la montaña y batallas de convivencia, a las que añadir nuevas experiencias. En resumen: el petróleo, a quemarlo.

Mañana, libros y series.

No hay comentarios: