jueves, 19 de junio de 2008

Día XXXI, crash (test dummies)

Yo esperaba un taxi en el vértice de un chaflán. Del cateto mayor, el opuesto, salía un camión.
Yo no lo he escuchado a él. Él no me ha visto a mí.

El Uno por el Otro, y la casa barrida: y aún así la colisión se ha producido.

El hilo de un haz de luz de dimensiones paquidérmicas me ha golpeado al mismo tiempo. Una puerta abierta de repente. Una caída me habría situado debajo del camión. No sé como he escapado, pese al tamaño tamaño del camión y a lo diminuto de mi figura enfrentada a un choque tal, aunque mi contrincante se enfrentase contra mi postura en marcha atrás, a 5 km/h.

El conductor no se ha percatado hasta que me ha visto retorciéndome de dolor.

Y quizás, sólo quizás, yo estaba fingiendo.

He apagado la luz con un sólo pestañeo, al abrir de nuevo los ojos me he sentido acogido por un nuevo e interesante día.

1 comentario:

Don Peperomio dijo...

Por eso hay que llevar siempre el casco en los sueños.