jueves, 12 de junio de 2008

Día XXV, por el culo te la hinco

Las cosas acostumbran a sucederme mañana. Cuando me refiero a cosas, incido sobre todo a cualquier esperanza. Deja para mañana lo que podrías hacer hoy. A mí se me quedó eso.

El poder, además de un sustantivo, es un verbo irregularmente limítrofe al deber y al querer. Lo que quiero; lo que quiero se debe poder ahora, aunque no llegue hasta mañana. Lo que debo no siempre lo quiero, y para arremeterlo debo poder quererlo.
Esto es algo complicado, y mentiría si dijera que llevo días pensando en ello. Se me ha ocurrido hará un par de horas, lo he apuntado en el cuaderno y cuando he llegado a casa he empezado a dibujar esquemas. Tres verbos, ninguno de ellos copulativos(la cópula verbal no he comenzado a razonarla, pero todo se follará).
Siempre me da por analizar gilipolleces, ¡soy muy consciente de ello!Yo no es que me castigue, en absoluto, me divierto con ello. El matemático analiza sus fórmulas, el geógrafo se limita a sus fronteras y relieves, el lingüista y el filólogo estudian el lenguaje y la literatura, el filósofo aplica la lógica y el existencialismo y demás corrientes de conocimiento a todo, y el gilipollas juega a aplicar su escaso conocimiento a limitar el elemento esencial del lenguaje y a permutarlo en posiciones matriciales 3x3 mediante ecuaciones de 3 incógnitas. Gilipolleces.

E incluso así creo que es fascinante. Eso sí, el desarrollo lo dejo para mañana.

1 comentario:

Don Peperomio dijo...

De las grandes gilipolleces salen las grandes historias, no me cabe la más mínima duda.