jueves, 22 de mayo de 2008

Día IV

Sólo he tardado 4 días en olvidar que ahora llevo un diario. Y claro, es que ayer escribí y tracé mis rayas en el moleskine.

Mi descuido no se produjo por una cuestión de inapetencia, sino de lectura. Cayó en mis manos -me regalaron- un libro de Alan Watts, Tao y Zen. ¿Y quiénes son esos?, pensé yo. En realidad, lo sabía, claro, porque el zen está muy de moda y del taoísmo recuerdo alguna cosilla que me leí años atrás, aunque nunca he sido un fiel seguidor de la literatura religiosa ni de la filosofía. Sin embargo, el tal señor Watts, sí que le añade un toque un tanto lúdico a su escritura.
Llevo un día de retraso, así que más tarde intentaré recapitular lo acaecido ayer. Comienzo a percibir que L. se ancla en la adolescencia, y bien que hace.

Puesto que nos hallamos (¿nos?) sumidos en una etapa filosófica, quizás me atrevería a afirmar que nuestros niveles evolutivos o memes no son compatibles.

Echar un vistazo a la dinámica de la espiral de Ken Wilber se antoja un palo así de gordo (cuando digo así alejo mis manos del teclado y pongo los brazos en cruz con las manos formando un angulo de 90º hacia el frente), pero resulta que, bien explicada y, a ser posible la primera vez, para tontos, es interesantísima.

1 comentario:

Alberto Ramos dijo...

Creo que estamos asistiendo al nacimiento del zenicismo como corriente filosófica.

Un saludo.