martes, 1 de julio de 2008

Día XL, el de los vagos recuerdos

Al acercarme a Izan y alargarle el brazo para estrechar su mano él toma la mía al modo masón, como si acto seguido me fuera a plantar un beso en la mano como a una una damiselina. De los masones sólo conozco ciertos símbolos, así como referencias explicadas en conversaciones que me sonaban a ...masón. Me hubiera quedado más tranquilo con la broma. No es norteamericano, mi Ízan, tampoco judío, pero la mano me la ha estrechado al mismo estilo. Tres años llevábamos sin vernos, que yo recuerde, yo no es que sea muy católico, pero no puedo evitar escrutarlo de arriba a abajo, y no me resulta muy diferente ni cambiado. Bueno, ya parece nacerle la barba. Empieza a hablarme muchas cosas, pero no le hago ni puto caso. ¿Cómo cojones...? No conozco los rituales de los masones, ¿se comen a los humanos antisemitas? Yo no es que lo sea, pero sé que a partir de ahora corro más riesgos, el término judiada queda prohibido, por tanto sé que lo soltaré seguro.
Joder Ízan, eres un puto profano, nos has puesto los cuernos; eso es lo que hacéis los putos masones a todas horas con la jodida mano. Tú sigue hablando que a mí no me convertirás, cerdo bellaco amigo de los templarios.
—Por cierto, perdona, me has cogido desprevenido y te he dado la mano la mano como los mariquitas —interrumpe mi pensamiento, con media sonrisa —, en este tiempo no he cambiado tanto.

¡Coño, Izan!¿A qué coño juegas? Ser masón es peor que comer rabos, digo yo. No lo sé, yo ya no sé qué decir. O sé:
—Vete de aquí, masón maricón impío de mierda.
—Vaya, veo que tú estás igual que últimamente; no pasa nada —añade con cierto tono triste en su voz, condescenciente —. De todos modos, estamos en mi casa, papá, y preferiría que te quedaras.

1 comentario:

Yak dijo...

Habrán leído este post muchos masones?. Me ha encantado el final. Ah, Hulk 2 es mucho mejor que la primera a mi juicio...